Gracias a la traducción de el magma nos encontramos con esta crónica del encuentro entre Dila y Cristina.
Dilma y Cristina por Emir Sader
Los EE.UU. han heredado de Inglaterra, el arte perverso de dividir para reinar. Tal vez como nunca antes en la renegociación de la deuda de los países de América Latina, la llamada "crisis de la deuda", se practicaba este arte con tanta maestría.
Brasil, Argentina y México quebraron, una vez más, gracias al endeudamiento irresponsable de sus gobernantes (ni siquiera electos en los dos primeros casos). Los EE.UU. y los bancos internacionales aprovecharon para imponernos los préstamos y sus "cartas de intenciones" (de ellos), valiéndose, entre otros instrumentos, de negociaciones por separado con cada país, mientras que los acreedores se sentaban todos juntos al otro lado de la mesa, amenazantes.
Cuando la crisis se hizo más aguda en México, los EE.UU., el FMI y los bancos internacionales se apresuraron a hacer algún tipo de concesión menor a la Argentina y Brasil, para que la crisis no estallara al mismo tiempo o, peor para ellos, que los tres gobiernos se articularan para resistir juntos. Ese arte funcionó a la perfección y todos éramos víctimas del cerco de la deuda con préstamos y cartas del Fondo Monetario Internacional que nos llevaban a más deuda (cerco del que acaban de salir Brasil y Argentina, porque hemos cambiado la ruta de nuestra política internacional, recientemente, mientras que México siguió la misma triste suerte.)
Sólo aquellos que recuerdan las manipulaciones imperiales y el daño que han causado a nuestro país en la medida apropiada pueden mejorar la actual relación de hermandad y solidaridad entre los pueblos y los gobiernos de Brasil y Argentina. Ver a Dilma y Cristina (junto con Hebe de Bonafini de Madres de Plaza de Mayo) saludando desde el balcón de la histórica Casa Rosada (del que hablaban Perón y Evita), da la medida exacta del entrecruzamiento de la historia de nuestros dos países, antes tan incentivados a competir, a tener en el vecino al enemigo principal, para buscar el apoyo en el norte para debilitar uno al otro.
Néstor Kirchner y Lula comenzaron a construir la mejor década de las relaciones entre Brasil y Argentina. Dilma y Cristina han dado pasos decisivos para pasar a la colaboración en los ámbitos de la producción, la infraestructura, la Internet, entre muchos otros campos.
Mujeres, militantes políticas contra las dictaduras en ambos países en su juventud, con una buena formación teórica y sensibilidad política enorme, Cristina y Dilma representan las nuevas generaciones de líderes que necesitamos, dejando a la elite tradicional, que representó a la exclusión social, la subordinación a los intereses a la competencia externa en lugar de la solidaridad entre nuestros países y pueblos.
La integración está en buenas manos, avanzará mas allá de las prioridades comerciales. Precisa también la plena integración de Venezuela, Bolivia, Ecuador y la adhesión de nuevos miembros, como Colombia.
La reunión en Buenos Aires fue emocionante. Sabíamos que esa escena se iba a dar pero al ver a Dilma y Cristina en representación de nuestros dos países ha sido emocionante más allá de cualquier significado político.
Dilma y Cristina por Emir Sader
Los EE.UU. han heredado de Inglaterra, el arte perverso de dividir para reinar. Tal vez como nunca antes en la renegociación de la deuda de los países de América Latina, la llamada "crisis de la deuda", se practicaba este arte con tanta maestría.
Brasil, Argentina y México quebraron, una vez más, gracias al endeudamiento irresponsable de sus gobernantes (ni siquiera electos en los dos primeros casos). Los EE.UU. y los bancos internacionales aprovecharon para imponernos los préstamos y sus "cartas de intenciones" (de ellos), valiéndose, entre otros instrumentos, de negociaciones por separado con cada país, mientras que los acreedores se sentaban todos juntos al otro lado de la mesa, amenazantes.
Cuando la crisis se hizo más aguda en México, los EE.UU., el FMI y los bancos internacionales se apresuraron a hacer algún tipo de concesión menor a la Argentina y Brasil, para que la crisis no estallara al mismo tiempo o, peor para ellos, que los tres gobiernos se articularan para resistir juntos. Ese arte funcionó a la perfección y todos éramos víctimas del cerco de la deuda con préstamos y cartas del Fondo Monetario Internacional que nos llevaban a más deuda (cerco del que acaban de salir Brasil y Argentina, porque hemos cambiado la ruta de nuestra política internacional, recientemente, mientras que México siguió la misma triste suerte.)
Sólo aquellos que recuerdan las manipulaciones imperiales y el daño que han causado a nuestro país en la medida apropiada pueden mejorar la actual relación de hermandad y solidaridad entre los pueblos y los gobiernos de Brasil y Argentina. Ver a Dilma y Cristina (junto con Hebe de Bonafini de Madres de Plaza de Mayo) saludando desde el balcón de la histórica Casa Rosada (del que hablaban Perón y Evita), da la medida exacta del entrecruzamiento de la historia de nuestros dos países, antes tan incentivados a competir, a tener en el vecino al enemigo principal, para buscar el apoyo en el norte para debilitar uno al otro.
Néstor Kirchner y Lula comenzaron a construir la mejor década de las relaciones entre Brasil y Argentina. Dilma y Cristina han dado pasos decisivos para pasar a la colaboración en los ámbitos de la producción, la infraestructura, la Internet, entre muchos otros campos.
Mujeres, militantes políticas contra las dictaduras en ambos países en su juventud, con una buena formación teórica y sensibilidad política enorme, Cristina y Dilma representan las nuevas generaciones de líderes que necesitamos, dejando a la elite tradicional, que representó a la exclusión social, la subordinación a los intereses a la competencia externa en lugar de la solidaridad entre nuestros países y pueblos.
La integración está en buenas manos, avanzará mas allá de las prioridades comerciales. Precisa también la plena integración de Venezuela, Bolivia, Ecuador y la adhesión de nuevos miembros, como Colombia.
La reunión en Buenos Aires fue emocionante. Sabíamos que esa escena se iba a dar pero al ver a Dilma y Cristina en representación de nuestros dos países ha sido emocionante más allá de cualquier significado político.
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